Si no se escucha correctamente, TAMBIÉN PUEDES ESCUCHARME EN Spotify, Ivoox, Apple podcast/itunes,Yo soundcloud.
Hoy es de esos días que te hierve algo por dentro.
Anoche, antes de irme a dormir, vi un titular en el muro de una amiga y os prometo que me movieron hasta los palos del sombrajo.
“somos la generación a la que se le van aplazando los planes”.
Me vinieron mil flash back de mi vida en los que posponía ser madre o independizarme o contemplar la opción de comprarme un coche, una casa… Efectivamente, yo también había aplazado cosas.
Pero al instante me vinieron a la mente los planes pospuestos de mis amigas, de mis clientes, de compañeras… ¡Me niego!
Los que no se iban de casa ni con agua caliente. Los que iban de trabajo precario en trabajo precario, en lo laboral y en el amor, para qué mentir.
A los que les vendieron que con un millón de títulos se forrarían y solo así y comiendo mierda siendo el never ending becario, conseguiría un buen trabajo.
A la larga y con paciencia, “que estás aprendiendo”.
Nos la metieron doblaba y nos lo creímos. No eternamente pero el suficiente tiempo como para instalar el síndrome del impostor en el ADN. Y para instalar, con los años, que nuestro momento no llegaría nunca.
Cuando entré de becaria de producción en la agencia de eventos y comunicación presencial más grande de España, en 15 días ya era productora y estaba al cargo de más de 100 personas en un montaje en el Palacio de los deportes (que se seguía llamando por entonces).
Recuerdo que tuve que entregar mucha documentación y contratos de todos ellos para el seguro de responsabilidad civil y que, lo cachondo, es que la única que no tenía contrato era yo. LA VIDA.
Pocos meses después exigí una subida de sueldo y me lo duplicaron (imaginaos la mierda que cobraba y lo mucho que yo curraba como para duplicarlo sin rechistar). Mis amigos del master flipaban de haberme osado a pedirlo y encima conseguirlo.
Viva la indefensión aprendida.
Un tiempo después decidí dejar ese trabajo, que me apasionaba pero me absorbía la vida (por lo mucho que me llenaba) y no dejaba espacio para la vida personal.
Miraba alrededor, compañeras petadas de talento y nada reconocidas, cobrando dos duros y llenas de vida.
Lo tuve claro: en unos años todos seríamos freelances y serían las empresas las que rogarían que trabajásemos con ellos. Conecté, sin saberlo, con mi visión y mi misión.
Tenía 27 años y en algún momento querría ser madre, no podía hipotecar mi ritmo de vida…
Al mes de dejar mi trabajo, me solicitaron dar un curso presencial de desarrollo personal, lo acepté por “jugar” en ese año sabático que pensaba tomarme, y hasta hoy.
Creé mi futuro petada de miedos y de puntillas. Posponiendo los planes gordos, los de tener hijos, tener una casa propia y demás porque la ley de la vida mandaba que se esperase a ser estable económicamente y con las arcas llenas.
Y así, toda mi generación. Esperando pacientemente un futuro que no llega y una estabilidad que se queda en utopía mientras nos congelamos óvulos en masa. ¡Venga, coño!
Hoy, vengo a gritar un ¡a tomar por culo! muy grande.
Un “deja de conformarte y de esperar”. Un “sal de esa rueda y construye tu futuro”.
Cuando leo titulares como los de las imágenes me parece injusto y se me cae el alma a los pies.
Si te sientes identificadx con esos titulares, toma las riendas de tu vida y marca tú la dirección, crea tu trabajo, bucea en lo necesario pero NO TE CREAS QUE ESTÁS CONDENADX porque no es verdad.
Miles de millennials emprenden, son freelance o se han creado un trabajo a su medida y van creciendo en él. Cada uno con sus cosas, pero han decidido no creerse la condena y mucho menos acatarla. Es su decisión y actitud, y eso es lo que cambia el mundo.
La fuga de talento es la mayor cagada para cualquier empresa, no dejes que tu talento caiga en manos de nadie que no lo valore. Quédatelo para ti y empieza a valorarlo.
Me encantaría que esta contranoticia se viera en todas partes, que se viera que el otro 50% está construyéndose lejos de las condenas sociales y que están dando hueco a sus sueños sin esperar a nadie.
Me encantará leer tu opinión, que compartas esto que también he tranformado en publicación de Instragram y que pongas en comentarios tu experiencia en estas dos crisis. Bañemos las redes con la decisión de no estar condenados.
Recordemos su poder a todo el que lo haya perdido u olvidado.
Gracias por difundir. Te leo🙌🏻💬