Os cuento un secreto. Siempre he querido que un cazatalentos me descubriera y me solucionase la vida, #AsíSoyYo. Que viera mi potencial y talentos ocultos para orientarlos y llevarme a una cómoda vida de éxitos, amor y dinero, así sin grandes pretensiones jajajaj. Como veía que la cosa se alargaba, mientras el cazatalentos llegaba y me convertía en la Miley Cyrus cañí, he buscado fuera y dentro de mí la forma de llegar a esa vida idílica que tanto deseaba, y mi conclusión ha sido clara y sencilla: caminando en esa dirección sin pararse a contemplar el paisaje.
Si estás aquí leyendo esto es porque el título te ha llamado la atención y quieres saber un poco más de qué es eso de marketing emocional, o porque sabes de qué van los tiros pero tienes sed de más, o porque leíste el anterior post sobre bloggers y quieres volver a reirte un rato, o porque tienes claro que esta es la dirección en la que quieres enfocar tu comunicación porque dice mucho de ti.
Sea como sea, ¡ya somos dos!
Pero es que cuando se habla de emociones, pueden pasar varias cosas. Hay personas que dicen “ay, qué bonico” y otras que se marcan un moonwalker huyendo hacia atrás, como Michael Jackson nos enseñó.
Y mucha gente se preguntará cómo una emoción, peor aún, o las mías propias pueden ayudarme a tener más ingresos. Es como pagarme por ser yo, no tiene sentido. Pues sí, querido, es justamente eso: poner a trabajar tus emociones a tu favor.
El Marketing emocional llegó a mi vida un poco sin buscarlo, como los grandes amores (se nota que estoy ñoña, ¡eh!). Me di cuenta de que las características personales que la gente que me conocía más valoraba de mí, podían ayudarme con mi marca, ya que mi proyecto tenía todo de mí y si no lo mostraba ahí, ¿dónde?
El síndrome del reinventado, ¿te suena?
Habréis oído mil veces el discurso en los “quién soy” de muchas webs de pequeños empresarios, o en la vuestra propia: “harto del mundo de (inserte sector al que lapidar aquí), y deseando crecer y sacar todo mi potencial, me reinventé y creeé (inserte marca TOP nacida de un reinventamiento humano)”.
Bien. Yo soy de esas y me costaba muchísimo contarlo a los 4 vientos nada más empezar. Tenía un pánico al juicio externo tremendo. Los fantasmas de “¿y ésta ahora qué ha montado?”, “a ver cuánto le dura”, “¿pero no se dedicaba a otra cosa? ¿Cuánto tiempo lleva en esto?”. Lo malo de ser creativa es que también las pajas mentales y miedos lo son. Como veis, ¡toda yo era una fuck up en sí!
El bucle está muy bien, incluso a veces entretiene cuando no hay nada interesante en la tele y estás dándole vueltas al molino, pero llega un momento que hay que salir por patas para que no nos encierren.
¿Cómo salír de ese bucle? Comunicándo(te)
Tenía la sensación de que estaba empezando de cero y lo tenía “todo perdido”, así que no había nada que perder y mucho que aprender. Empecé a comunicar de otra forma, saliéndome de la norma que tanto me habían enseñado en la carrera y el Máster y que tanto se utilizaba en las multinacionales donde había trabajado.
Pensé (aunque un poco temblona por mieditis varias):
¡Oh, sorpresa! Empecé a experimentar lo que la gente me decía y no me creía (soy muy escéptica, pero muy simpática y siempre saludo a los vecinos). Ví que los clientes que tenía en otros sectores me seguían única y exclusivamente porque seguía estando yo detrás. Era lo que seguía transmitiéndoles, mi forma de ver y entender el mundo, mi filosofía de vida, la forma de mi creatividad y mis valores humanos lo que la gente seguía demandando, hiciera decoración floral o hiciera chapas. Me costó un poco (vale, unos cuantos meses) entenderlo, pero luego fue más sencillo saber enfocarlo para que aquella empatía y simpatía se tradujeran de nuevo en clientes. ¿Por qué? Porque no era yo (música de decepción), sino las emociones que emitía con lo que comunicaba. Aquel era el nexo de unión, la gente no me veía a mí (y mira que soy grande), veían emociones, empatizaban con la emoción que yo estaba generando.
Había llegado a mi vida el marketing emocional. Empecé a investigar, a experimentar, a estudiar y mirar en mi experiencia con clientes de comunicación y gestión emocional cómo mi método tenía muchas cosas en común.
Vi las conexiones, estudié qué emociones generaban y estaban relacionadas con mi marca e hice filtro con las emociones que no quería que mi marca potenciara. Desde ahí nació el método y estrategias que aconsejo a los nuevos empresarios que me escriben para diferenciarse de una forma en la que estén orgullosos y satisfechos personal y laboralmente y lo mejor es que no tienen que poner otra cara que no sea la suya.
¿Está muy relacionado con la marca personal? ¿Se trata de poner a trabajar las emociones a nuestro favor? ¿Las emociones puedes hacer crecer nuestro negocio?
Sí, a todo.
La mayoría de las compras que realizamos se producen como respuesta a una emoción (el 95%, ¡ojo al dato!). El marketing hace que captes más atención sobre los usuarios. Éste es el primer paso para poder convertir esa atención en ventas. ¿Cómo lo hacemos? Mi apuesta es utilizar el marketing emocional contando el beneficio que aporta tu servicio/producto.
¿Cómo identifico qué emociones benefician a mi servicio/producto y cómo lo cuento para que mi público se entere? No te pierdas la próxima entrega sobre Marketing emocional suscribiéndote al blog (arriba a la derecha en el rectángulo amarillito).
Y si quieres profundizar y aplicar esta técnica a tu marca, no te pierdas la oportunidad y apúntate al taller de marketing emocional del 20 de febrero de Madrid. ¡¡Aún quedan plazas!!
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