Yo siempre decía que soy muy buena creativa pero muy mala empresaria, pero era mentira, lo que no era es lo suficientemente productiva y por eso no me daba la vida.
Puedes pasarte mil horas delante del ordenador, es más yo he perdido hasta alguna dioptría por el camino perdiendo la súpervisión y súperpoderes que yo tenía. Pero un día, ves todo lo bonito que tiene la vida y que te estás perdiendo. Ves que tienes 30 años, la pareja que siempre soñaste tener, una vida maravillosa en un momento muy dulce de tu vida y que te lo estás perdiendo por estar pegada a una pantalla que te devuelve más disgustos que ingresos.
Aquí había que hacer algo.
Tenía la empresa enfocada, el discurso, el planning de contenido y todo lo demás, pero mi lucha era cada día ser más productiva.
No sé si te pasará a ti, pero mis días delante del portátil no tenían horario porque a mi cabeza llena de pájaros siempre se le ocurría algo nuevo y la tara hacía que no pudiese esperar. Mrs. Impulsividad al aparato.
El día que dije basta ya
Aunque yo intentaba cargarme de otras cosas como “tienes que formarte en tal” o “tienes que conseguir más dinero para contratar a cual”, lo que tenía que hacer primero era mejorar mi productividad. Traducción=mejorar mi enfoque.
Un día me hablaron de la técnica de los tiempos sagrados que consistía en dividir las horas del día de modo que se repartieran entre descanso, trabajo, familia, hijos, pareja y tú. Había tiempo para todo. A mí sinceramente me parecía una utopía nivel leyanda, aunque sonaba genial. Esa técnica dice que si tienes esos tiempos sagrados repartidos así, jamás enfermarás.
Tiene sentido.
Lo de todas las personas JÓVENES que van enfermando alrededor, da para otro post, pero la causa común es el estrés. Si vivimos menos estresados, nuestra salud mental y física mejorarán.
Qué hice
Ponerme un horario. Como dice el dicho, ¿cuánta prisa tienes? Según el tiempo que tengas. Una verdad absoluta.
Antes yo no tenía un horario establecido, sino tareas y cuando las terminase pues me ponía con mi vida. MEC, error.
La inseguridad, darle muchas vuelvas a la cabeza etc, son trampas mortales y ladrones de tiempo totales. Si no tenemos una hora de acabar sí o sí, en nuestra mente sabemos que si no acabamos ahora, lo haremos luego y eso se hace una bola que:
a. No tiene final
b. Aumenta nuestro nivel de estrés
Si yo sé que tengo que terminar algo antes de las 18, ya me organizaré los horarios y las distracciones para que eso sea así como os contaba hace unas semanas con mi post sobre gestión del tiempo. Pero tenemos que ser rigurosos con ello.
¿Tanta historia para decirte que te obligues a tener un horario? No, exactamente. Tanta historia para que reflexionemos juntos. Que seas consciente de que estás emprendiendo para tener una vida mejor y no peor, para que ordenes tus prioridades y si es prioirtario el trabajo a lo demás, lo revises.
Si hay una cosa que ahora tengo más clara que nunca es que si tu trabajo no te deja el tiempo suficiente para disfrutar diariamente del resto de partes de los tiempos sagrados, es inviable.
¿Tú qué piensas? Nos vemos en los comentarios
Ire
Banda sonora del post: Mi rutina preferida – Miss Caffeina
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